Tuvo en su cama a las mujeres más deseadas. Cazó con Franco y bebió con intelectuales de izquierdas. Andrés Amorós revisita la vida del gran Luis Miguel Dominguín
ANDRÉS AMOROS
El orgullo de Luis Miguel Dominguín nunca cupo en las estrechas mallas del segundón. Con ojuelos de rabia miraba el matador, tras tomar la alternativa en España, en 1944 -años antes ya lo había hecho en Bogotá-, al astro Manolete. Era apenas un adolescente tardío y ya miraba con prisa el reloj de la fama. Aunque pocos dudan de que es el aspirante al trono del diestro cordobés, dos años después se cansa de esperar. Y la familia Dominguín decide forzar el destino.
Se prepara en Madrid el cartel de la corrida de Beneficencia.Va a ser un acontecimiento la única que toreará ese año en España Manolete (cansado de la lucha, enamorado de Lupe Sino), junto al rejoneador Alvaro Domecq y los diestros Gitanillo de Triana y Antonio Bienvenida.
Al patriarca de los Dominguín --de nombre, Domingo, empresario, apoderado y, por encima de todo, creador de toreros- se le ocurre una jugada maestra. Visita al presidente de la Diputación, el popularísimo marqués de la Valdavia, y le ofrece incorporar al cartel a su hijo. Luis Miguel toreará gratis, pagará todos sus gastos, el valor de sus toros y, de propina, dejará un donativo de 100.000 pesetas. Como hubiera dicho don Corleone, "una oferta imposible que no podrás rechazar".
Se lidian, pues, nueve toros. Esa va a ser, para el joven diestro, la tarde en que se juegue su futuro. El crítico Clarito teme que la gente no le atienda, una vez visto a Manolete. Luis Miguel le contesta:
- Ustedes tienen miedo por mí. Yo sólo tengo una cosa: confianza.
Al llegar a la plaza, le dice a Teodoro, el conductor, que no aparque cerca. O vuelve a hombros o se queda allí.
Manolete hace un esfuerzo en su segundo toro y obtiene dos orejas. Luis Miguel ya había cortado una. En el último, que brinda a Franco -"Va por usted, la mejor muleta de España"- provoca la locura. El público ve la faena entera de pie. Al final la gente se lanza al ruedo, coge en hombros a Luis Miguel y lo llevan así -un par de horas- hasta su casa en la calle del Príncipe. Más de cuatro kilómetros a horcajadas.
Esa tarde del 19 de diciembre de 1946, Luis Miguel toca la gloria. Al año siguiente, coinciden los dos diestros en la trágica jornada de Linares, el 28 de agosto.
Recuerdo muy bien cómo me contó Luis Miguel las últimas frases que le dijo Manolete, aquella mañana, en el Hotel Cervantes:
- Al que más va a perjudicar que yo me vaya va a ser a ti. Será a ti al que chillarán los que ahora me chillan a mí. Tú serás el heredero de mis enemigos.
- Al que más va a perjudicar que yo me vaya va a ser a ti. Será a ti al que chillarán los que ahora me chillan a mí. Tú serás el heredero de mis enemigos.
Así fue.
Formó parte Luis Miguel de una ilustre dinastía taurina. El padre, Domingo Dominguín, fue matador, como también sus hermanos Domingo y Pepe. Pero será Luis Miguel el que eleve el apellido a la cúspide del toreo y el bache en el que se frenará la estirpe de diestros.
El lo llevaba con cierta resignación resignación, que camuflaba una satisfacción legítima. Una tarde, Luis Miguel me dijo que un taxista, al escuchar su nombre, le identificó como el padre del popular cantante. Apostilló con sorna: "¡Haber matado cientos, quizá miles de toros, para acabar siendo el padre de Miguel Bosé!".
A pesar, o quizás gracias, a su orgullo, Luis Miguel reaccionaba como cualquier padre, encantado de los éxitos de su hijo, aunque éste siguiese un camino muy distinto al que él habría soñado. La historia suele repetirse. Curiosamente, a Luis Miguel le había pasado ya, de joven, con su padre.
Lo revelaba, en 1949, su biógrafo Alfredo R. Antigüedad, por boca de Domingo padre: "Ya empezaba a hablarse en las tertulias taurinas de 'los hijos de Dominguín'. A los chicos les gustaba, Luis Miguel me dijo algunas veces: "Luego dirán de ti: El padre de Dominguín".
A Miguel Bosé no sólo se le pegaron el arte y el porte paterno. También el arrojo, como recuerda Belén Ordóñez con esta anécdota: "Durante una corrida, el segundo toro le pegó un revolcón a Francisco [Rivera Ordóñez]. Miguelito Bosé se tiró veloz desde la barrera y fue el primero que llegó al quite. Mi hija Belén y yo pasamos más miedo por Miguel que por Fran. ¡Vaya susto! Y qué valor el de Miguel Patas Largas, como le llamábamos...". Exactamente el mismo mote que le daban a su padre de jovencillo.
El propio cantante reconoció en 1996 que a su padre le hubiese gustado verle emprender otra carrera profesional y que se pareciese más a él que a su madre. Quizás la poca atención que prestó a sus hijos, aunque los quería entrañablemente, motivó este alejamiento. Luis Miguel no fue un buen marido para Lucía. Ni un padre atento. Incluso tardó tiempo en saber que Miguel aprendía ballet.
Siempre ha presumido Lucía Bosé de que su sensibilidad estética es el origen de la carrera artística de Miguel. Y de que su padre no supo comprenderlo: "Cuando Picasso le ponía mallas a Miguelito, el torero le decía: 'Pablo, tú quieres convertir a este niño en maricón'". En julio de 2007, el cantante contó que su padre quiso desvirgarle con una prostituta, a la que él terminó enseñando a leer.
Siempre ha presumido Lucía Bosé de que su sensibilidad estética es el origen de la carrera artística de Miguel. Y de que su padre no supo comprenderlo: "Cuando Picasso le ponía mallas a Miguelito, el torero le decía: 'Pablo, tú quieres convertir a este niño en maricón'". En julio de 2007, el cantante contó que su padre quiso desvirgarle con una prostituta, a la que él terminó enseñando a leer.
Sin embargo, el tiempo fue suavizando roces. Siempre es más fácil comprender a un padre cuando ya ha muerto. El cantante le dedicó la canción El hijo del Capitán Trueno -de su disco Sereno-, la historia de un hombre de 45 años que respeta el corazón de un niño que una vez tuvo ocho años y quiso ser oceanógrafo: "El hijo del Capitán Trueno nunca fue un hijo digno del padre: salió poeta...".
Miguel Bosé ha recurrido a explicaciones alambicadas, que no del todo falsas, para justificar la actitud política de Dominguín, compañero de cacerías de Franco y también amigo de comunistas: "Aportaba esa gran sabiduría callejera, pero refinada por el trato con intelectuales. Eso le acercaba a lo que son las izquierdas, la intelectualidad, el pensamiento, lo que crea el progreso, todo lo más revolucionario...". Luis Miguel nunca fue progresista, por muchas vueltas que se le den al personaje. Pero sí fue indudable su heterodoxia. Su inteligencia le liberaba del estereotipo de franquista al que algunos le reducen.
Miguel Bosé ha recurrido a explicaciones alambicadas, que no del todo falsas, para justificar la actitud política de Dominguín, compañero de cacerías de Franco y también amigo de comunistas: "Aportaba esa gran sabiduría callejera, pero refinada por el trato con intelectuales. Eso le acercaba a lo que son las izquierdas, la intelectualidad, el pensamiento, lo que crea el progreso, todo lo más revolucionario...". Luis Miguel nunca fue progresista, por muchas vueltas que se le den al personaje. Pero sí fue indudable su heterodoxia. Su inteligencia le liberaba del estereotipo de franquista al que algunos le reducen.
De ese pensamiento sin márgenes brota su amistad con Juan Antonio Vallejo-Nágera, personaje tan singular como él, psiquiatra, jugador de polo, pintor naïf, encuadernador, estudioso de la Historia y, al final de su vida, novelista galardonado con el Premio Planeta por su obra Yo, el rey (1985).
Fueron grandes amigos desde los veinte años hasta el final. Decía Vallejo-Nágera del diestro: "Apareció en mi vida como una estrella fulgurante. Todo lo hacía bien: torear, cazar, ser elegante, bailar, conversar... En los años cincuenta, era como un dios griego".
Luis Miguel siempre decía que Vallejo-Nágera era un paleto hasta que le conoció, porque sólo había aprendido leyendo. El le introdujo en un mundo de sueños, fama y devaneos. En 1952 se lo lleva al Festival de Cine de Cannes, donde alternan con las estrellas del celuloide.
Luego van juntos a París. Luis Miguel, que se había citado con una joven, se aloja en un hotel de lujo; Juan Antonio, que tiene mucho menos dinero, en una habitación sin ducha. Como recuerda Alfonso Zurita: "Vallejo-Nágera iba a la habitación de Luis Miguel para ducharse. Una mañana, sorprende a una joven que todavía está en la cama. La chica se asusta: '¿Quién es ése que ha entrado?'. El torero la tranquiliza: 'Nada, uno que viene todas las mañanas, se ducha y se va'.
Luego van juntos a París. Luis Miguel, que se había citado con una joven, se aloja en un hotel de lujo; Juan Antonio, que tiene mucho menos dinero, en una habitación sin ducha. Como recuerda Alfonso Zurita: "Vallejo-Nágera iba a la habitación de Luis Miguel para ducharse. Una mañana, sorprende a una joven que todavía está en la cama. La chica se asusta: '¿Quién es ése que ha entrado?'. El torero la tranquiliza: 'Nada, uno que viene todas las mañanas, se ducha y se va'.
Las influencias también siguen el sentido contrario. El psiquiatra le introduce en el mundo de la caza. Y lo intenta con la religión... con desigual resultado. En la finca, los domingos, Luis Miguel organiza una misa con flamencos para él, que es muy creyente, pero procura que los cuernos de algún ciervo, en la pared, coincidan por detrás de la cabeza del cura..
En noviembre de 1989, cuando le comunican que su enfermedad no puede operarse, Vallejo-Nágera acude a la finca de Luis Miguel. Ambos van al campo, a caballo. En la soledad de la naturaleza, en vez de disparar a los animales, mantienen una última conversación emocionante.
En noviembre de 1989, cuando le comunican que su enfermedad no puede operarse, Vallejo-Nágera acude a la finca de Luis Miguel. Ambos van al campo, a caballo. En la soledad de la naturaleza, en vez de disparar a los animales, mantienen una última conversación emocionante.
-Luis Miguel, reza conmigo un Ave María, aunque sólo sea la segunda parte.
-Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores...
-Que tú, Luis Miguel, lo eres de narices.
Le pide que le rece todas las noches y el torero se lo promete, diciéndole que le rezará a él, como si fuera un fandango. Horas después, Luis Miguel le telefonea: "Juan Antonio, dile a tu Dios que yo le ofrezco mi vida por la tuya, y que ése es el primer favor que le pido". Pero Dios no lo acepta y el médico muere unos meses después.
El último tramo de su vida Luis Miguel Dominguín lo pasa en Sotogrande, paseando por la playa y jugando al dominó. Le acompaña Rosario Primo de Rivera, con quien se había casado por segunda vez.
"Mi estilo no es contar nada de las mujeres con las que he estado", me dice una de aquellas tardes. Al contrario de aquella famosa anécdota sobre él y la actriz norteamericana Ava Gardner.
"Mi estilo no es contar nada de las mujeres con las que he estado", me dice una de aquellas tardes. Al contrario de aquella famosa anécdota sobre él y la actriz norteamericana Ava Gardner.
Fallece el 9 de mayo de 1996. En una España muy diferente a la de 1949, cuando Luis Miguel levantó, orgullosamente, su dedo índice en la plaza de Las Ventas.
Este reportaje ha sido extraído de uno de los capítulos de "Luis Miguel Dominguín. El número uno".
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