El cantante ibérico volvió al Auditorio Nacional y dejó claro que sus facultades vocales se mantienen intactas

Como parte de su gira Papitwo, que contó con una espectacular producción, estuvo acompañado de Ximena Sariñana. (Notimex)
CIUDAD DE MÉXICO, 9 de noviembre.- Con Miguel Bosé no hay espacio para dudas. El español, desde un principio, deja claro que el suyo es un concierto diferente, uno que es capaz de contagiar a cualquiera y uno en el que los éxitos de antaño se entrelazan con los cortes más recientes con sutil gracia.
El cantante volvió al Auditorio Nacional como lo hacen los grandes, con un público entregado de principio a fin, con una fina dosis de humor y con un arsenal repleto de algunos de sus más grandes éxitos.
En la primera de las cinco fechas que tiene confirmadas en el Foro de Reforma, Bosé no se limitó. Retó al público, 10 mil personas, con unoutfit multicolor, con sugerentes movimientos corporales y con nuevos arreglos a algunas de sus canciones.
Desde el principio, el cantautor se encargó de ofrecer una presentación que se sentía actual. Lo acompañaron tres coristas, un bajista, dos guitarristas, un baterista y un tecladista. Con casi todos interactuó. Bailó y cantó con ellos, los hizo partícipes del concierto e incluso, por momentos, cedió los reflectores para que fueran ellos quienes brillaran.
Sin tregua, el cantante arrancó su actuación con Mirarte, Duende y Nena. Bosé lucía cómodo sobre el escenario, ante un público que siempre lo ha abrigado y que ahora, con su PapiTwo Tour, no podía faltar.
Para corresponder el cariño que le prodigaban, el español apostó por la sorpresa. Primero lo hizo con Aire soy, tema que cantó al lado de Ximena Sariñana, quien bromeó con el público al recalcar la frase “casi shin querer” que la puso en el ojo del huracán en las redes sociales.

Como parte de su gira Papitwo, que contó con una espectacular producción, estuvo acompañado de Ximena Sariñana. (Notimex)
CIUDAD DE MÉXICO, 9 de noviembre.- Con Miguel Bosé no hay espacio para dudas. El español, desde un principio, deja claro que el suyo es un concierto diferente, uno que es capaz de contagiar a cualquiera y uno en el que los éxitos de antaño se entrelazan con los cortes más recientes con sutil gracia.
El cantante volvió al Auditorio Nacional como lo hacen los grandes, con un público entregado de principio a fin, con una fina dosis de humor y con un arsenal repleto de algunos de sus más grandes éxitos.
En la primera de las cinco fechas que tiene confirmadas en el Foro de Reforma, Bosé no se limitó. Retó al público, 10 mil personas, con unoutfit multicolor, con sugerentes movimientos corporales y con nuevos arreglos a algunas de sus canciones.
Desde el principio, el cantautor se encargó de ofrecer una presentación que se sentía actual. Lo acompañaron tres coristas, un bajista, dos guitarristas, un baterista y un tecladista. Con casi todos interactuó. Bailó y cantó con ellos, los hizo partícipes del concierto e incluso, por momentos, cedió los reflectores para que fueran ellos quienes brillaran.
Sin tregua, el cantante arrancó su actuación con Mirarte, Duende y Nena. Bosé lucía cómodo sobre el escenario, ante un público que siempre lo ha abrigado y que ahora, con su PapiTwo Tour, no podía faltar.
Para corresponder el cariño que le prodigaban, el español apostó por la sorpresa. Primero lo hizo con Aire soy, tema que cantó al lado de Ximena Sariñana, quien bromeó con el público al recalcar la frase “casi shin querer” que la puso en el ojo del huracán en las redes sociales.
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