“Todo está hilado”
—Todo está en permanente movimiento, hay rompimientos de imprevisto, transiciones radicales...
—Y, además, está todo hilado. Entras en una canción, y una vez que has entrado en la canción, sin respiro, de repente, pasas a otro mood completamente diferente.
“Uno muy violento es, por ejemplo, el paso de ‘Partisano’ a ‘Como un lobo’: estás gozando todavía el bloque de ‘Nada particular-Partisano’, que habla de los exilios, de la guerra, está hecho todo además como si fuera un bloque de un viaje conjunto, de los efectos y causas de la misma cosa, con una banda sonora, con un momento de oscuridad...
—Y la escena se le viene encima al espectador.
—Sí, de la presión de la guerra que te va a llevar al precipicio, la idea es que te lleve al precipicio, que si puede te empuje y te tire hasta que te mate, esa era la idea...
—Y apenas comienzas a sacudirte la emoción cuando entra...
—“Como un lobo”, que no tiene nada que ver, y dices: ¡Qué onda! Entonces es muy radical, es una puesta muy novedosa, por la tecnología que utilizamos.
—Es mapping—confirma—, y luego todas las torres se van moviendo en el suelo, que ves que es un suelo que se encaja como un lego, no es un suelo técnico, tiene debajo como una parrilla con GPS, entonces tú puedes decirle a esa torre: vente para acá girando, así, por aquí y pasando por acá, y lo haces en un minuto treinta y tres. Todo eso es una relojería, nunca mejor definido: es una relojería porque... nos encerramos en una nave y estamos cinco semanas para armarlo.
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